Imparable la violencia contra las mujeres; aumenta a diario órdenes de restricción
Monclova, Coahuila.– Cada día, nuevas mujeres llegan al Centro de Justicia y Empoderamiento buscando una sola cosa: sentirse seguras. Son víctimas de violencia —casi siempre de sus parejas o exparejas— que, tras soportar amenazas, golpes o acoso, finalmente deciden poner un alto y solicitar una orden de restricción.
Tania Ibarra, directora de Proximidad Social en Seguridad Pública, explicó que los lunes suelen ser los días más pesados: entre 15 y 20 nuevas órdenes se suman semanalmente a una lista que ya mantiene entre 150 y 180 activas. “Todos los días hay casos nuevos”, dijo con preocupación.
Las órdenes no se quedan en el papel. La Policía Violeta, una unidad especializada, es la que acude a notificar al agresor y a garantizar que se respete la medida. También acompaña a las víctimas a terapias, a poner denuncias, o incluso simplemente a salir de casa sin miedo. “Las cuidamos en cada paso”, aseguró Ibarra.
Aunque muchas mujeres llegan dispuestas a seguir adelante, algunas desisten del proceso. Ibarra aclaró que esas decisiones no las toma la policía: “Eso lo resuelve el Centro de Empoderamiento o el juzgado. Puede haber reconciliación o divorcio, pero nosotros solo cuidamos que se cumplan las medidas dictadas”.
En los casos donde el agresor rompe la orden, son los juzgados quienes pueden ordenar su arresto. La Policía Violeta interviene únicamente cuando la víctima lo reporta o hay una solicitud formal. “La víctima debe avisar. Nosotros no podemos actuar sin su conocimiento”, explicó la funcionaria.
Detrás de la mayoría de los casos hay un patrón: consumo de alcohol y drogas. Pero también hay algo nuevo: la valentía de las mujeres que se atreven a denunciar. “No es que la violencia haya aumentado, es que ahora más mujeres se atreven a hablar, y eso salva vidas”, señaló.
Monclova cuenta con tres refugios: uno estatal, otro manejado por la asociación Coprobi, y una estancia transitoria del DIF que se activa en situaciones urgentes. Cada ingreso pasa por una evaluación. No es un trámite automático, pero sí una red de apoyo lista para proteger.
Mientras las cifras crecen, también crece la esperanza. Cada orden de restricción es el primer paso hacia una vida libre de violencia. Y cada acompañamiento, cada visita, cada patrullaje, representa un acto silencioso pero firme: las mujeres ya no están solas.