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“Hasta mañana, mis amores”: despiden con flores y lágrimas a la maestra Nancy Mayabel

Monclova, Coahuila.– La sonrisa de la maestra Nancy Mayabel Martín Barajas no volverá a iluminar la entrada de la escuela Margarita Maza de Juárez, pero quienes la conocieron aseguran que su espíritu quedará por siempre en cada rincón del plantel. Este 23 de junio, la comunidad educativa despidió con profundo dolor a esta mujer que enseñaba con ternura, empatía y convicción.

Fue un homenaje de cuerpo presente, rodeado de flores, de abrazos entre compañeros que apenas podían articular palabras, de niños que preguntaban por qué su “maestra Nancy” ya no volvería a saludarlos por las mañanas. La primaria, ubicada en la colonia El Pueblo, se llenó de silencio y amor en memoria de quien fue mucho más que una maestra.

“Siempre la primera en llegar”, decían sus colegas. También la primera en sonreír, en tender la mano, en mirar con dulzura. Cada día, sin excepción, Nancy llegaba antes que nadie, saludaba con entusiasmo a los alumnos y despedía a todos con su frase inolvidable: “hasta mañana, mis amores”, que hoy resuena con una nostalgia imposible de contener.

Nancy no solo enseñaba materias, enseñaba a ser. Con el ejemplo, con respeto, con alegría. Sus compañeros la recordaron como una mujer generosa, puntual, cariñosa y profundamente humana. “Nunca la vimos enojada… siempre tenía una palabra amable, una sonrisa lista”, dijo entre lágrimas una de sus compañeras.

Durante años también fue maestra en la escuela Chamizal, donde igualmente sembró afecto y admiración. Su legado, por eso, trasciende generaciones. La recuerdan padres de familia que fueron sus alumnos, colegas que aprendieron de su entrega silenciosa, niños que hallaban en ella un refugio seguro.

“Era una mujer luminosa”, compartieron al unísono sus compañeros. Y esa luz no se ha apagado: vive en las risas de los niños, en las palabras que dejó escritas en sus cuadernos, en los abrazos que dio sin medida.

Aunque ya no estará físicamente en la entrada de la escuela esperando con los brazos abiertos, la maestra Nancy Mayabel seguirá presente, como solo lo están aquellos que supieron enseñar con el alma.

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