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Pichirilo: Entre celulares y corridos tumbados, el humor blanco lucha por sobrevivir

Originario del ejido 8 de enero, Adalberto Rodríguez quien da vida a Pichirilo reconoce que hoy el humor blanco se encuentra en peligro de extinción.

Por: Roberto Ortiz

Frontera, Coahuila.– Hace casi 40 años que Adalberto Rodríguez González decidió por primera vez entrar a la profesión hasta entonces desconocida para él, la profesión de hacer reír, la profesión de ser payaso. Desde entonces, bajo el personaje de “Pichirilo”, ha acompañado a cuatro generaciones de niños en fiestas, escuelas y eventos siempre con su inconfundible frase de “Bien botania no”. Hoy, con nostalgia y ternura, habla de un entorno que ha cambiado demasiado: “El humor blanco está a punto de la extinción”, sostiene el inigualable “pichi” .

Originario del ejido 8 de enero, en el municipio de Frontera, Pichirilo ha vivido toda su vida en esta región. Comenzó su aventura como él llama a su carrera alrededor de 1985, cuando ser payaso era más que solo un maquillaje: era ser parte de la infancia de todos. “Muchos de los niños que conocí hoy son doctores, maestros, padres de familia, abuelos. Y ahora me toca ir a las fiestas de sus hijos y hasta de sus nietos. Eso es lo más bonito”, dice mientras una mueca de alegría se marca en su rostro.

TECNOLOGÍA Y CORRIDOS TUMBADOS EL RETO POR VENCER

Pero los tiempos de hoy son distintos.Incluso,  la niñez ha cambiado. “Antes, con solo aparecer, ya los tenías atentos. Hoy tienes que competir contra teléfonos, tablets, música que no es para ellos. Y eso te obliga a adaptarte, aunque no quieras debes de hacer un doble esfuerzo para no  perder tu esencia”, relata mientras recuerda que antes, en una fiesta, el show era el centro de todo. Hoy, muchas veces, es solo un complemento más.

“Hoy en día los niños ya no se quedan con nada. Todo te preguntan, todo te cuestionan además te lo retan. Ya no hay ese respeto de antes, y es porque también están expuestos a muchas cosas. Antes no veías a un niño cantar corridos tumbados. Ahora los traen en la punta de la lengua”, lamentó pichirilo

Para él, la falta de contenido infantil ha sido un factor clave en esta complicada transformación. “Hubo como tres o cuatro años donde nadie grababa canciones para niños. Todo era para adultos. Y el niño es como una esponja: absorbe todo lo que le das. Por eso es tan difícil sostener el humor blanco. Porque pareciera que ya no tiene gracia”.

Pichirilo reconoció que hacer reír hoy en  día  es más difícil. “En redes te dicen que no tienes chiste porque tu humor es demasiado blanco. Pero es que si no te bajas al nivel del niño, no vas a lograr hacerlo reír. Tienes que ser ese abuelo que se deja pintar, que gatea con su nieto. Sólo así se entiende la inocencia”, sostiene.

REDES SOCIALES Y SU INFLUENCIA

Otro factor que suma de forma negativa contra el humor blanco es la llegada masiva de celulares a manos de los más pequeños lo que también ha impactado su trabajo. “Antes les dabas un globo o una marioneta y se maravillaban. Hoy ya traen celulares de última generación. A veces llegan a la fiesta viendo TikTok y no se despegan en todo el show. Hay que hacer dinámicas con el teléfono para poder atraparlos”.

A pesar de todo, no se rinde. Ha aprendido a adaptar y actualizar sus rutinas, incluso a integrar elementos digitales en sus dinámicas. Pero no deja de lamentar que el humor familiar, ese que un día unió a los abuelos, a los padres e hijos en una misma carcajada, esté cada vez más en riesgo. “Todavía hay familias que lo valoran. Pero son menos. Por eso digo que el humor blanco está en peligro de extinción”.

Sin lugar a dudas Pichirilo ha vivido una transformación silenciosa: de ser la estrella de las fiestas infantiles que antes eran en la casa del festejado, a competir dentro de salones modernos llenos de luces, videojuegos y distracciones. “Antes si tu show no funcionaba, los niños salían a jugar. Ahora los juegos están adentro. Tienes que hacer el doble esfuerzo, porque todo compite contigo”.

ADAPTARSE ANTES QUE RENDIRSE

En el andar de sus ya casi cuatro décadas de trayectoria también ha aprendido a tratar con niños con distintas condiciones. “Antes no se hablaba del autismo. Hoy es muy común y hay que saber cómo acercarte. Hay que ser muy cuidadosos, no juzgar, no regañar. Es otra manera de acompañar al niño, no de imponer alegría, sino de encontrarla con él”. relató con un ademán de incertidumbre.

Reconoció que hay generaciones con las que fue más fácil trabajar. “Los niños de finales de los 80 eran más receptivos. No había tanta competencia, ni tantos personajes. No existían las botargas, ni los animadores. Éramos pocos, pero la gente te conocía, te seguía. Hoy hay muchos, y no es envidia, simplemente no es fácil perdurar”.

¿EL ADIOS?

Con humildad, dice que el fin está cerca. “Esto se acaba cuando dejen de llamarte. Ya empiezo a pensar en bajarle el ritmo, darle espacio a los nuevos y decir adios, de guardar para siempre a pichi. Pero quiero irme con la satisfacción de que nunca traicioné mi estilo. Nunca hice chistes de doble sentido para ganar aplausos, nunca ofendí ni a un niño ni a sus papis.  Siempre fui Pichirilo, el payasito de humor blanco”.

Ahora disfruta más con su familia. Esposa, cuatro hijos, cuatro nietos. “Antes quería estar en la radio, hacer más proyectos, pero ahora valoro más los días tranquilos. Ya estoy pensionado, y disfruto ver a mis nietos jugar. Y cuando me llaman para un show, lo hago con el mismo amor que hace casi 40 años, me emocionó porque quieren ver a pichirilo”. destacó.

Entre risas sinceras y ojos brillosos, Pichirilo reconoció que ha bajado el ritmo sin cerrar la puerta del todo. “Mientras alguien siga creyendo que el humor blanco todavía puede hacer reír, ahí estaré. Aunque solo sea uno, aunque sea el último y aunque sea el más necesario para salvar el humor blanco de la extinción” concluyó no sin antes lanzar su alegre “Bien botania no”.

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