Opinión

Más atraso en AHMSA

Estimados lectores de la Región Centro, hoy vamos a empezar por donde truena el rayo de la miseria regional: la interminable quiebra de Altos Hornos de México (AHMSA).

El proceso avanza, dicen, con la lentitud y el cinismo que ya caracterizan a este drama. El síndico de la quiebra obtuvo, ni más ni menos, que una prórroga de treinta días hábiles para entregar sus informes bimestrales y mensuales.

¿La razón? ¡Agárrense! No es la complejidad del litigio o la magnitud de los adeudos que el INFONAVIT reclama oficialmente (cubriendo bimestres desde 2023 hasta finales de 2024). No. La justificación oficial para retrasar la presentación de informes (incluyendo el de enajenaciones de julio y agosto de 2025) fue el reporte de complicaciones materiales y daños a equipos, documentos e instalaciones en Monclova causados por… ¡intensas lluvias!.

Claro. Parece que las gotas de lluvia tienen la capacidad mágica de desintegrar la papelería contable justo a tiempo para evitar la rendición de cuentas, incluso cuando se le exige obrar como un administrador diligente. Mientras tanto, el síndico sí tuvo tiempo y diligencia para presentar el contrato autorizado por el Tribunal de Quiebras de los Estados Unidos de América sobre la lista de bienes que se pretenden enajenar a favor de una moral. Ya saben, primero lo que importa: vender la maquinaria y equipo.

Parece que el negocio de la quiebra tiene prioridades muy claras, y la transparencia oportuna no es una de ellas.

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Ahora, movámonos del desastre estructural al mercado laboral, que es donde la desesperación se vuelve estadística. Si bien el colapso de AHMSA nos tiene de rodillas, al menos hay estabilidad en otros sectores, ¡o eso nos hacen creer!

La empresa textil Vestis (antes Aramark), dedicada a la elaboración de uniformes, es un faro de esperanza. Ellos, benditos sean, no han reportado disminución en pedidos ni recortes de personal. Y, en un acto de magnanimidad empresarial, lanzaron la convocatoria para cubrir 50 vacantes inmediatas para operarios de producción. ¡Cincuenta!

Uno podría pensar que medio centenar de plazas es un buen inicio. La realidad es que es una gota de sudor en un desierto de desempleo. Para cubrir esos 50 puestos, la empresa recibió cerca de 830 solicitudes en total.

Detallemos la histeria: mientras que en la jornada del Servicio Nacional de Empleo (SNE) apenas reunieron entre 16 y 30 solicitantes, la avalancha de CVs (currículums) se dio directamente en la planta, donde se recolectaron 800 solicitudes adicionales.

Esto, mis queridos cínicos, no es una “oportunidad de estabilidad laboral”; es la prueba fehaciente de que por cada puesto estable disponible, hay 16 almas desesperadas dispuestas a trabajar en turnos rotativos. Cincuenta empleos contra 830 sueños rotos. ¡Qué estabilidad tan envidiable la de la Región Centro!

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Y si la tierra nos ofrece poco empleo, el cielo nos niega la conectividad.

Se supone que vivimos en una región donde predomina la actividad industrial y empresarial, la cual necesita vuelos para su dinámica. Pues bien, la aerolínea Aerus decidió suspender sus vuelos de Monclova a Monterrey desde mediados de septiembre. ¿La causa? Baja ocupación y falta de rentabilidad.

Resulta que la ruta, operada con aeronaves de 9 y 12 plazas, simplemente no funcionaba. El administrador del aeropuerto Venustiano Carranza tuvo que admitir que el horario de salida (3 de la tarde, con regreso el mismo día) no era atractivo porque no daba margen para conexiones ni actividades productivas.

Lo más humillante es la confesión: el vuelo no era aprovechado por los industriales ni comerciantes. El sector clave, ese que supuestamente mueve la economía, prefería quedarse en tierra. Los verdaderos usuarios eran, irónicamente, viajeros ocasionales o familias.

Ahora, con la orden del Gobernador de “recuperar la conectividad aérea”, están en una gloriosa reingeniería de horarios. ¡El gran plan es cambiar la hora! Piensan que, si los vuelos salen entre las 6:00 o 7:00 de la mañana y regresan por la noche, mágicamente alcanzarán una ocupación del 70% u 80%, volviendo la ruta viable y rentable. La meta es noviembre.

La verdad, sin embargo, es que si el corazón industrial de la región no puede sostener un vuelo por falta de demanda, es que la crisis de liquidez y la parálisis empresarial es más grave de lo que cualquier reingeniería de horarios pueda arreglar. Nuestra economía está tan estancada que ni siquiera los ejecutivos vuelan; prefieren quedarse aquí, esperando la próxima prórroga por lluvia.

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