¿Quién se robó el estaño?, Zamudio no
Aquí estamos de nuevo, viendo cómo se imparte la “justicia” en este país. Si el chiste no doliera tanto, sería hasta gracioso.
Resulta que Luis Zamudio, el exdirector de AHMSA, fue liberado de la acusación. Sí, leyó bien: absuelto. Un juez le dictó un auto de no vinculación a proceso por la bronca de abuso de confianza relacionada con el robo de casi $9.7 millones de pesos en estaño. Así, de la noche a la mañana, la acusación se desvanece, dejando flotando en el aire la pregunta que todos nos hacemos: ¿quién se llevó las 9.4 toneladas de estaño?.
Lo más insultante es ver al señor Zamudio saliendo de la audiencia, no solo “aliviado” sino “tranquilo”. De hecho, él mismo lo confirma: “sí, sí, siempre he estado tranquilo”. Claro, ¿quién no estaría en paz después de que te liberen de un desfalco de esa magnitud?
El exdirector tiene el descaro de asegurar que la empresa actuó “en el momento justo” y que el robo se reportó “a tiempo cuando se hizo”. ¡Qué héroe! Un reporte oportuno de un robo que, por cierto, no fue un evento aislado. Zamudio confirmó que interpuso otras denuncias porque la sustracción de bienes, ya sean “materiales o equipos”, era una constante en la acerera. Parece que las bodegas de AHMSA eran un bufé libre para los ladrones.
Ahora que Zamudio está fuera del proceso, la investigación tiene que “reenfocarse”, porque el estaño sigue perdido. Y mientras las autoridades se rascan la cabeza buscando el material fantasma, la sombra de la impunidad acecha.
Aquí es donde entra la voz que sí tiene sentido común: la de los ex obreros. Julián Torres, un ex trabajador de AHMSA, no anda con rodeos. Está indignado, pero exige que se investigue y que “se castigue a quien haya participado”.
Para Torres, es simplemente “inconcebible” creer que “más de 10 toneladas de estaño se hayan esfumado” sin que nadie, absolutamente nadie, lo notara dentro de las estructuras internas.
No somos estúpidos. Como señala Torres, no hay que ser un genio para saber que “tiene que haber un responsable” y que detrás de esto debe existir una “red de complicidad interna”. La base trabajadora exige la verdad y, sobre todo, que la investigación avance con “total transparencia y sin proteger a nadie“. El robo de esta magnitud no puede quedar impune.
Pero la cereza de este circo es la vigilancia judicial que ahora sí se intensifica.
Mientras se esfumaron toneladas de metal valioso con total impunidad, la jueza que maneja el concurso mercantil ahora está en modo detective. Frenó la circulación de un simple cheque dirigido a AHMSA, ordenando que quien lo presentó dé una explicación detallada y por escrito en tres días sobre el propósito de ese pago.
¿La razón? “Dotar de certeza jurídica” y evitar “cualquier sombra de duda en el manejo de los recursos”.
¡Ah, pero qué eficiencia! Ahora sí, control estricto de los activos de la empresa en quiebra, pero a la hora de buscar las nueve toneladas de estaño que se evaporaron, el principal sospechoso está tranquilo en su casa. La impunidad no es un riesgo en este país, es la garantía de los poderosos.