¿Transporte?…chatarras
¡Buenos días, Monclova! Si creían que lo peor que nos podía pasar era que el drama de AHMSA se estancara en un limbo legal eterno, permítanme recordarles que nuestro sistema de transporte público existe. Y no solo existe: es un testimonio rodante de la obsolescencia programada que ya no podemos ignorar.
Un reciente diagnóstico de movilidad nos ha regalado una cifra que, francamente, debería ser enmarcada en la Oficina del “Hombre Camión”: más del 80% de las 200 unidades que circulan diariamente en la ciudad deberían ser retiradas de circulación a la brevedad. Es decir, cuatro de cada cinco autobuses son chatarra con ruedas. Esto no es solo un problema de carrocería; es la prueba irrefutable del fracaso de un modelo tradicional, el del “hombre camión”, que se niega a morir.
Pero la genialidad operativa no termina en la flota destartalada. ¿Para qué tener unos pocos autobuses funcionales si podemos compensar con un exceso de infraestructura inútil? Nuestro sistema opera con cerca de 3,700 paradas registradas. ¡Una cifra que eleva los costos de operación y garantiza que el tiempo de viaje del usuario se extienda hasta el infinito y más allá!. Lo irónico es que, mientras nos jactamos de tener miles de puntos de detención, solo atendemos a 46,000 usuarios en días intermedios, manteniendo una ocupación que rara vez supera el 30% fuera de las horas pico. Tenemos un sistema diseñado para la ineficiencia máxima.
Y claro, la solución, que debe trascender la simple compra de camiones, es migrar a un sistema integrado. Para trazar las “nuevas rutas”, las autoridades han recurrido a una idea verdaderamente futurista: preguntar a los ciudadanos (usuarios, empresarios, académicos) sus movimientos de origen y destino deseados usando códigos QR. Porque, después de décadas de servicio, no había otra forma más sencilla que usar la tecnología de la modernidad para saber por dónde se mueve la gente. Esperamos que, cuando el PIMUS finalice su diagnóstico la primera semana de diciembre, logren reducir esas 3,700 paradas a unas más modestas 1,800. ¡Qué osadía!
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Si el transporte público es una comedia de errores, el concurso mercantil de Altos Hornos de México (AHMSA) es un drama judicial que avanza al ritmo de un glaciar, pero con amenazas de multa inmediata.
La semana pasada, un acreedor oportuno interpuso un “freno significativo” al manifestar su oposición a la propuesta del síndico de enajenar un lote de maquinaria y equipo esencial. El tribunal, en un acto de diligencia rayano en la presión, requirió al síndico que responda a estas manifestaciones de desacuerdo en un plazo de tan solo tres días. ¿Y si no lo hace? Se le aplicará una multa de ciento veinte Unidades de Medida y Actualización (UMA). Así se manejan los activos concursales de “alto impacto económico y social”: con advertencias monetarias.
Mientras tanto, la Procuraduría Federal de la Defensa del Trabajo (Profedet) está en modo de desesperación burocrática. Esta institución solicitó al juzgado el Contrato Colectivo de Trabajo (CCT) y documentación adicional, argumentando que la información previa resulta “insuficiente” para realizar un estudio adecuado de los derechos laborales y guiar el parámetro de decisión judicial sobre el futuro pago a los trabajadores. ¡Es decir, están lidiando con el futuro de miles de familias sin tener clara la base contractual! El juzgado tuvo que ordenar el envío inmediato de lo solicitado.
Y para rematar la transparencia de este proceso, el tribunal ahora le está pidiendo a Grupo Nacional Provincial que aclare si un cheque consignado al síndico es un remanente final o si aún quedan pagos pendientes. Todo esto para, supuestamente, “evitar un doble pago o un cobro indebido”. Es reconfortante saber que el destino de la acería más grande del país se decide a golpe de aclaraciones sobre cheques perdidos.
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Finalmente, para asegurarnos de que el caos sea completo, amanecimos el lunes con la noticia de la inmovilización de todas las bombas de la gasolinera neurálgica ubicada en el cruce de Avenida Industrial y Harold R. Pape. La PROFECO selló tanto los dispensarios de gasolina “verde” como los de “roja”.
Aunque la razón oficial se desconoce, la versión entre los empleados es que el problema pudo haber sido la falta de permisos necesarios para su transición de marca (pues la estación era antes Total Full y ahora está en proceso de operar como PEMEX).
Un lunes típico en Monclova: sin transporte decente, sin claridad en la quiebra y sin gasolina en puntos clave. Y por si fuera poco, los 13 puntos de conflicto vial críticos siguen ahí. ¡Al menos en la consistencia del fracaso, nunca nos fallan!

