Opinión

CELEMANIA, LA HERIDA QUE NO CIERRA

Sin lugar a dudas hoy es un día triste para todos los que vivimos en esta región, hoy se cumplen 17 años tras la explosión que dejó muerte, tristeza y desolación sobre la carretera 30 a la altura del ejido Las Flores municipio de Nadadores mejor conocido como Celemania.

Fue aquel 9 de septiembre del 2007 cuando se registró el accidente que arrebató la vida de muchas personas. Personas que en muchos de los casos eran padres, madres, hermanos, hermanas, hijos, hijas o simplemente amigos o amigas de alguien de los que aquí habitamos.

Ahí, en ese sitio que marcó la historia de la región y del estado, fallecieron tres de mis amigos y compañeros reporteros. Es imposible no recordar a mi querido amigo Carlos Villarreal Ballesteros a quien de cariño le decíamos La Cone.

Cone era de esas personas que nunca dejaban solo a nadie, era amiguero, pachanguero, solidario pero sobre todo era un gran reportero de la sección policiaca. En lo personal fue 3 semanas antes del trágico accidente la última ocasión que estuvo con Cone.

Nunca olvidaré que fuimos a cenar tacos con el buen amigo Charro cuando estaba sobre la calle Carranza. La alegría que traía era inigualable, me platicó que estaba feliz porque se casaría con la mamá de su hija.

Fue la última ocasión que platique con él, sin imaginar que sería la última vez que estaríamos platicando y cenando como lo hacíamos cada que nos tocaba el turno de tercera 

Que decir de Andrés Ramírez a quien en el ámbito de los reporteros le decíamos el “papa, papa” era un tipo que estaba decidido a aprender el oficio, no se quedaba con dudas y preguntaba siempre a quienes en ese entonces ya teníamos más camino recorrido en el ajetreo de la sección policiaca.

Se caracterizaba por sus sonoras carcajadas, se que me supe ganar su confianza y me llegó a contar algunas cosas que no vienen al caso mencionarlas por respeto a su memoría. La vida le permitió ser feliz y saber lo que se siente tener entre tus brazos a tu hijo cuando nace. Lamentablemente la vida también fue muy cruel con él, porque solo le permitió que conociera a su hijo y ese mismo día se acabó la luz para él.

David Herrera era más parco, mucho más reservado pero, eso no impedía que fuera buen amigo y compañero de labores, trabajabamos en el mismo periodioco y comúnmente me entregaba la estafeta del turno, es decir él salía y yo entraba al relevo.

Los tres murieron haciendo lo que les apasionaba, murieron trabajando, entregaron su vida por esta profesión que en muchas de las veces es muy sufrida, muy incomprendida y mal vista por muchos.

Sin embargo, los que trabajamos en este oficio sabemos lo hermoso que es, sabemos de riesgos, de dejar a la familia en fechas especiales, de sacrificar a veces todo por nada aunque, también sabemos que es un oficio noble que brinda muchas satisfacciones.

Hoy en lo personal recuerdo a mis amigos y mis compañeros muertos de forma trágica en ese accidente. Vaya para ellos un abrazo hasta el cielo que sea es donde se encuentran. QEPD

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