CREA, la esperanza de una nueva vida alejados de las adicciones
En sesión de visitas, familiares de los anexados compartieron para En Portada la forma en que se vive el internamiento de un hijo, de un hermano, de un primo o cualquier familiar que vive inmerso en las adicciones.
Por: Roberto Ortiz
Las puertas del Centro de Rehabilitación CREA, en la avenida Montessori de Monclova, se abren para recibir a familias llenas de amor y esperanza. Padres, madres, hermanos y abuelos llegan con el corazón en la mano para abrazar a sus seres queridos, enfrentando juntos la dura batalla contra la drogadicción que amenaza con destruirlos.
La realidad que enfrentan es devastadora: la drogadicción no solo consume al adicto, sino que también desgarra a la familia que lucha incansablemente por ayudarle. Padres, hermanos, primos, hijos y hasta abuelos sufren, y muchos sienten que el apoyo externo es una de las pocas oportunidades de cambio verdadero.
“Como padres, es desgarrador ver el deterioro en nuestro hijo y aceptar que necesitamos ayuda”, confiesa una madre. “Él salía a las calles, no regresaba, y llegó a insultarnos y a empujar a sus hermanos y a su padre. El dolor es indescriptible; el apoyo aquí es vital” detalló la madre de familia al compartir su experiencia desde la intimidad de su familia.
Para algunos, la drogadicción parece un escape fácil, una forma de silenciar dolores internos. “Hubo problemas en casa, él se fue enojado y en la calle encontró una solución temporal, pero demasiado peligrosa”, comenta la madre de un joven de 20 años, quien entró al mundo de las drogas apenas a los 18.
En CREA, las historias de sufrimiento y esperanza conviven. Una madre de Saltillo recuerda entre lágrimas la experiencia de su hijo, un empresario de 42 años que ya ha estado en dos anexos en Saltillo. “Allí solo lo mantenían drogado para tranquilizarlo. Es duro recordar cómo sufrió y no fue ayudado”.
Las familias comparten sus preocupaciones ante una realidad donde la drogadicción es omnipresente y sus consecuencias no se limitan a un solo sector. “Es doloroso ver que muchos consumen drogas, y aún más saber que solo a los pobres se les persigue mientras los distribuidores siguen libres”, lamenta otro padre.
A pesar de los momentos de angustia, en CREA se respira esperanza. Algunos internos empiezan a cambiar, gracias al apoyo familiar y el compromiso con su propia recuperación. Jóvenes y adultos, en su momento atrapados en la adicción, ahora dan pasos hacia una vida reconstruida, dejando atrás un pasado oscuro.
La recuperación en CREA es un esfuerzo de todos. Su propietario, Rodolfo Zamora, ha reunido a un equipo de profesionales que incluyen psicólogos, enfermeras y médicos, quienes trabajan en la rehabilitación de los internos. La comunidad se une para restaurar la salud física y emocional de los afectados.
Este compromiso no solo toca a los adictos, sino también a sus seres queridos, quienes descubren una oportunidad de reconstrucción para sus familias. La droga no solo es una enfermedad, es un peso compartido, una batalla que afecta a la comunidad entera y que solo se vence con unión y empatía.
La recuperación de la adicción es ardua, pero posible. El amor y el tratamiento adecuado pueden devolverles la esperanza. “Ahora tengo esperanza”, confiesa una madre. “En la primera visita aquí, me llamó mamá; antes solo usaba mi nombre. Es un cambio pequeño, pero significa tanto para nosotros”.


