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Doña Sari, una vida de lucha, de trabajo y de entusiasmo

“Si algo está mal, Dios lo quita, y hay que seguir adelante. Todos somos iguales. No porque nos falte algo dejamos de sentir, de querer, de reír y de llorar. Hay que levantarse cada día con ganas y con entusiasmo”.

Por: Roberto Ortiz

Para seguir adelante en la vida, luchar día con día y enfrentar cada obstáculo, lo único que se necesita es voluntad. María Cesárea “Sari” Mena Vázquez es prueba de ello. A sus 61 años, la vida le ha puesto grandes desafíos, pero ninguno ha sido suficiente para detenerla. Postrada en una silla de ruedas y sin sus extremidades inferiores, en lugar de rendirse, ha encontrado en su situación un motivo para fortalecerse y seguir adelante.

Hace tres años, la viudez y la amputación de ambas piernas debido a problemas de circulación cambiaron su realidad. Sin embargo, lejos de considerarlo una sentencia de inactividad, decidió que su vida tenía que seguir. Hoy es parte del mercadito San Valentín, ubicado en el Museo Coahuila y Texas, donde con orgullo exhibe y vende sus manualidades. Su alegría y entusiasmo contagian a quienes la visitan, mostrando que las limitaciones físicas no son más grandes que la determinación de un espíritu fuerte.

“Yo hago de todo, me encanta ser productiva. Aunque me amputaron las dos piernas, sigo trabajando igual. Hago arreglos fúnebres, manualidades para vender en el panteón en fechas especiales como el Día de las Madres. Nada me detiene, y lo hago con mucho amor porque quiero ser independiente”, cuenta con una sonrisa en el rostro.

Madre de cuatro hijos, tres de ellos casados, ha encontrado en su familia la motivación para seguir adelante. Su hija menor abandonó temporalmente su hogar para estar con ella y apoyarla en su proceso de adaptación. Juntas han formado un equipo que permite que Sari continúe con sus actividades y, sobre todo, con su independencia. “Nada me detiene. Me ayuda mi familia, pero yo sigo activa, sigo moviéndome, trabajando y echándole ganas”.

Para personas en situaciones similares, Sari tiene un mensaje poderoso: la vida no acaba con la pérdida de un miembro, ni con una dificultad que parezca insuperable. “Si algo está mal, Dios lo quita, y hay que seguir adelante. Todos somos iguales. No porque nos falte algo dejamos de sentir, de querer, de reír y de llorar. Hay que levantarse cada día con ganas y con entusiasmo”.

Vive en la colonia San Salvador, cerca del estadio Monclova, y desde ahí sigue elaborando sus arreglos con pasión. “Cuando gusten, hago arreglitos sencillos, para eventos, para maestros, para todo tipo de ocasión. Me pueden contactar a través del número de mi hija 866 204 6332. Cualquier pedido que me hagan, me da entusiasmo, me llena de vida”.

María Cesárea no solo vende productos, vende inspiración. Su historia es un recordatorio de que la vida continúa, de que la adversidad solo es un peldaño más en el camino y que, con amor propio y determinación, no hay obstáculo que impida seguir adelante.

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