El cocodrilo rescatado en Múzquiz busca nombre y nueva vida en Ecoparque Monclova
Treinta horas después de que un comerciante escuchó chapoteos bajo su piso, Protección Civil descubrió la sorpresa: un cocodrilo de pantano de 80 centímetros reptaba entre tuberías del drenaje en Múzquiz. Tenía diez meses, el lomo cubierto de lodo y los ojos cansados de penumbra contaminada.
Esa misma noche, personal de la Conanp lo trasladó al Ecoparque Monclova. El pequeño depredador llegó dentro de una nevera ventilada, agitado, la boca asegurada con cinta para evitar accidentes. Ricardo Rodríguez Rocha, director del parque, preparó un estanque con agua cristalina, temperatura regulada y refugios de sombra donde pudiera recobrar fuerzas.
El mayor desafío será “cambiarle el chip”, explica Rodríguez. Tras meses alimentándose de desechos, deberá reconocer peces vivos, plantas acuáticas y rutinas sanitarias. Una veterinaria midió su peso, aplicó desparasitante y tomó muestras sanguíneas. El cocodrilo respondió con chasquidos tímidos, todavía desconfiado de manos humanas que hoy velan por su salud.
La historia conquistó redes sociales. El Ecoparque lanzó un concurso para bautizarlo: una semana para sugerir nombres en Facebook. Quien gane recibirá un pastel y la dicha de brindar identidad al nuevo reptil. Entre las primeras propuestas despuntan “Múzquiz”, “Lodo” y “Chapote”. La comunidad ya debate, emotiva, su favorito.
Mientras llegan votos y emojis, el cocodrilo explora su estanque, hunde el hocico en agua limpia y se queda inmóvil, como si supiera que la segunda oportunidad merece calma. Cada burbuja que emerge parece anunciar lo esencial: allí donde hubo cloaca, hoy hay hogar; donde hubo anonimato, pronto habrá un nombre.