Familia Salomón transforma su hogar en espacio de fe y de reflexión
Evangelina Salomón Moncada no solo busca darle identidad a su hogar, busca transmitir ahora a sus hijos y nietos las tradiciones generacionales de su familia.
Por: Roberto Ortiz
Cada año, la llegada de la Cuaresma llena de devoción y tradición el hogar de Evangelina Salomón Moncada, quien con profundo fervor transforma su casa en un espacio de reflexión. Más allá de los símbolos religiosos que adornan su entrada, su verdadera intención es fortalecer la fe y la unión familiar.
Conocida por la emblemática “Casa de las Catrinas” en noviembre, donde el Día de Muertos cobra vida con impresionantes decoraciones, Evangelina ahora se entrega a la celebración de la Cuaresma. Veladoras, una cruz y una figura de Jesús reciben a quienes visitan su hogar, evocando el espíritu de estos 40 días de preparación para la Pascua.

Sin embargo, más allá de los adornos, lo que verdaderamente enriquece esta tradición es la convivencia familiar en torno a la mesa. Durante la Cuaresma, la casa se llena de aromas inconfundibles: pescado, tortitas de camarón, lentejas, acelgas y la tradicional capirotada, un platillo infaltable en su hogar.
Para Evangelina, esta práctica no es solo una costumbre, sino un legado de amor y fe transmitido por generaciones. “Esta tradición viene desde mi madre. Ahora la comparto con mis hijos y nietos. Siempre les he inculcado lo bonito de esto: dar amor, compartir y, sobre todo, mantener viva la fe”, expresa con orgullo.
La Cuaresma, en su hogar, se convierte en un tiempo de introspección y enseñanza. Cada oración y cada momento compartido recuerdan que no solo se trata de abstenerse de ciertos alimentos, sino de fortalecer valores como la generosidad, el perdón y la gratitud por lo que se tiene.

Evangelina destaca que más allá del significado religioso, este periodo le permite estrechar lazos con sus seres queridos. Las reuniones en casa se convierten en espacios donde las anécdotas familiares cobran vida, los niños aprenden sobre la importancia de la tradición y los adultos reflexionan sobre su fe.
“Nosotros no solo recordamos a Jesús con símbolos o comida, sino con nuestras acciones. En estos días practicamos la paciencia, el respeto y ayudamos a quien lo necesita. Es un tiempo para ser mejores y demostrar con hechos que la fe va más allá de lo que decimos”, añade.
A través de cada platillo, cada conversación y cada gesto de cariño, la familia Salomón Moncada reafirma que la Cuaresma no es solo un periodo de reflexión, sino un momento invaluable de unión y amor. Un legado que Evangelina espera que perdure en su familia por muchas generaciones más.