Opinión

HONOR E IGUALDAD

En México ahora se dice que el pueblo es bueno y sabio. Y aunque en discursos es un tema de igualdad que deja de lado las clases sociales en la realidad dista mucho de las palabras.

Mire usted, ayer al tomar Claudia Sheinbaum protesta como primera presidenta de México se escucharon los gritos de elogios y los aplausos de esa igualdad que solo para algunos existe.

“Es un honor estar con Claudia Hoy” se escuchaba gritar a los asistentes, principalmente aquellos hombres y mujeres que con ideologías, jugarretas, chapulinear o como haya sido, ahora ocupan las curules de las cámaras de diputados o de senadores o tienen puestos claves en el gobierno que les permiten tener salarios que dan “honor” al gritar y aplaudir a quien este al frente.

Y es que la “igualdad” de las que se habla es muy desigual. Ejemplos muchos.

Para los que ahí aplaudieron es un honor poder enfermar e ir a hospitales privados donde la atención es de primera, donde no hace falta ni una gasa ni una venda. Para los que gritaban desde su casa que es un honor, de llegarse a enfermar tiene que asistir al IMSS o al ISSSTE en donde no hay ni diclofenaco y en donde se tienen que aguantar estar prácticamente en hospitales de guerra.

Para los que aplaudieron ahí en el evento de la presidenta, si se les ocurre cometer delitos es un gran honor hacerlos porque a ellos no se les puede hacer nada al tener fuero constitucional, cuando alguien del poder de los que aplauden con “honor” cometen un robo, saquen dineros del pueblo y no por necesidad sino por ambición se le llama delito de peculado que no es considerado grave, tienen el honor de pagar abogados de renombre, de llevar juicios duran años y que obvio cuestan miles de pesos.

Cuando un ciudadano del pueblo nombre y sabio llega a cometer un delito por necesidad, se le encarcela de inmediato y se le tacha como el peor de los delincuentes así sea un robo famélico el que cometan, no cuentan con recursos para contratar un abogado y defenderse y comunemente pasan largas temporadas en prisión.

Los que ahí gritaban es un “honor” no les interesa sí el país tiene o no fuentes de empleo, con las grandes fortunas que amasan les da para vir dos o hasta tres generaciones sin laborar y pasarla de fiesta en fiesta en espera de seguir mamando de la ubre presupuestal.

Al que grita que es un honor desde su casa, si no trabaja no come, batalla para encontrar una fuente de trabajo digna y aunque se dijo que México es un país con muchas fuentes de empleo, la realidad es que la mayoría son empleos informales y de esos que van al día.

Eso es nada más por mencionar algunos ejemplos de cómo se mide el honor de quienes aplauden y aluden a los mandatarios en turno. 

Podemos seguir enumerando más casos de honorabilidad que la verdad, no tiene la igualdad que en discurso se señala.

Por lo pronto, la nueva era ya comenzó, veremos que sorpresas nos depara.

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