Investigan a empresas de Frontera por contaminar arroyo con residuos industriales: “El agua sucia llegó hasta nuestras casas”
Lo que comenzó como una molestia vecinal se transformó en una denuncia que hoy tiene al Sistema Intermunicipal de Agua y Saneamiento (Simas) investigando a cuatro empresas de la colonia Occidental en Frontera. Habitantes reportaron la llegada de agua sucia a sus hogares, y ahora se presume que el origen está en el arroyo local, contaminado con desechos industriales.
Eduardo Campos, gerente del Simas Monclova–Frontera, confirmó que el organismo ya abrió una investigación formal y realiza inspecciones en la zona. “Todo inició con un reporte ciudadano. A partir de ahí detectamos descargas irregulares cerca del arroyo”, explicó. Los recorridos permitieron identificar rastros de aceite y otras sustancias, lo que hace pensar que talleres mecánicos estarían implicados.
Campos detalló que se están tomando muestras del agua contaminada, las cuales serán analizadas en el laboratorio químico del Simas. “No queremos especular. Sabemos que hay indicios, pero necesitamos resultados precisos para actuar conforme a la ley. Solo así podremos sancionar con firmeza y exigir que las empresas responsables instalen sistemas de tratamiento adecuados”, declaró.
Los vecinos afectados aseguran que el problema no es nuevo, pero se agravó en los últimos días cuando el agua comenzó a salir visiblemente sucia de las llaves. “Una cosa es que sepamos que el arroyo huele mal, pero otra es que eso llegue a la red doméstica”, comentó un habitante de la colonia que prefirió no dar su nombre.
Aunque aún no hay sanciones formales, el gerente del Simas fue claro: si las pruebas confirman que las empresas están contaminando el arroyo, se aplicarán multas y se obligará a cambiar sus métodos de desecho. “No vamos a permitir que se afecte la salud de las personas ni que se dañe el medio ambiente por negligencia empresarial”, aseguró Campos.
Por ahora, la comunidad espera resultados. Mientras tanto, la desconfianza en la calidad del agua persiste, y la exigencia es una: saber quién contamina y que lo repare.