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Refacciones “ahorcan” a los taxistas: inminente alza en las tarifas

La rutina de encender el motor se convirtió en pesadilla: cada giro de llave devora el bolsillo de los taxistas. Javier Hernández del Ángel confiesa que el aumento brutal de refacciones está ahorcando al gremio; sobrevivir con tarifas congeladas resulta tan difícil como encontrar cambio exacto a medianoche.

Aceite, bujías, llantas y frenos duplicaron casi su precio en un año. Hernández ejemplifica con el clásico Tsuru: el kit de clutch brincó de 950 a 1 600 pesos. Reparar por completo esa unidad, considerada “barata”, roza los 14 000. Al final del día, cada peso ganado regresa al taller.

El dirigente describe la paradoja: mientras la narrativa oficial presume estabilidad, el combustible ya rebasa los 27 pesos por litro de premium. Llenar el tanque erosiona ganancias y pulveriza la esperanza. “Fue una jugada decir que bajaría”, lamenta. La carestía convierte al tablero de gasolina en reloj de arena que escurre dinero.

Frente a la asfixia, los choferes ven inminente revisar tarifas. No es amenaza, sostienen, sino única vía para no desaparecer. “No queremos cargar el costo al pasajero, pero mantener el servicio salió carísimo”, advierte Hernández. Cada recorrido sin ajuste es un boleto a la quiebra, y la fila para refacciones sigue creciendo.

Los trabajadores del volante piden estrategia pública que amortigüe la crisis: subsidios, precios preferenciales o diálogo franco sobre insumos. Falta poco para que las llaves se cuelguen y los taxis queden estacionados, testigos mudos de una economía que olvidó engranar al eslabón más visible del transporte diario.

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