Robert Prevost es el nuevo Papa, se hará llamar León XIV
El humo blanco apenas se disipaba cuando el mundo supo que la Iglesia tenía nuevo guía. En medio de aplausos y lágrimas, apareció Robert Prevost en el balcón de la Basílica de San Pedro. Su elección como León XIV marca un nuevo capítulo entre América y Roma, con alma misionera.
Prevost, de 69 años, se convirtió en el primer Papa nacido en Estados Unidos. Sin embargo, su alma latinoamericana es innegable. Fue misionero en Perú durante décadas, donde se ganó el cariño de miles de fieles. Hoy, desde Roma, saluda en español a Chiclayo, la diócesis que lo vio crecer como pastor.
La historia de Robert Prevost comienza en Chicago, donde nació en 1955. Hijo de madre española y padre estadounidense, creció en una familia católica que le enseñó el valor de servir a los demás. A los 22 años ingresó a la orden de San Agustín. Su camino espiritual ya estaba marcado.
Desde joven mostró una sensibilidad especial hacia los pobres y marginados. Tras obtener su doctorado en Derecho Canónico en Roma, pidió ser enviado a Perú, donde trabajó con comunidades olvidadas por el sistema. Era un obispo que caminaba sin escoltas y dormía en casas humildes. Ahí forjó su legado pastoral.
En Trujillo, Chiclayo y el Callao dejó una huella profunda. Quienes lo conocieron coinciden en describirlo como un hombre sencillo, sonriente, sin pretensiones. “Nos abrazaba como si fuéramos sus hijos”, recuerda Jesús León Ángeles, líder católico peruano. Para muchos, fue más que un obispo: fue un hermano de comunidad.
Su llegada al Vaticano no fue casual. En 2023, el papa Francisco lo llamó a Roma para encabezar el Dicasterio para los Obispos. Desde ahí, Prevost demostró un compromiso firme con la renovación eclesial. Se convirtió en una voz serena, pero firme, dentro de los pasillos más altos de la Iglesia.
Durante su primer discurso como Papa, Prevost recordó sus raíces migrantes y su identidad bicultural. “Nací en Estados Unidos, pero mis abuelos eran franceses y españoles”, dijo. Con voz tranquila, instó al pueblo de Dios a caminar unidos, con la mirada puesta en quienes más sufren. Fue un llamado a la esperanza.
El reverendo Mark Francis, su amigo desde los años setenta, afirmó que León XIV es un hombre que sabe escuchar. “Siempre tuvo un sentido de humor sutil y una preocupación real por los pobres”, aseguró. Hoy, sus palabras resuenan con fuerza mientras el mundo se pregunta qué rumbo tomará el Vaticano.
Prevost hereda una Iglesia fracturada por escándalos, pero también renovada en su espíritu tras la gestión de Francisco. Su elección representa continuidad, pero también apertura. Su experiencia con comunidades en América Latina podría marcar un pontificado más cercano a la realidad de millones de católicos en el sur del mundo.
Las expectativas son altas. No será tarea fácil guiar a una Iglesia global en tiempos convulsos. Pero León XIV parece saber dónde están las heridas. Y, sobre todo, parece tener claro dónde está el amor. Porque no hay fe más auténtica que aquella que se entrega al servicio.
foto: agencias