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UAdeC analiza aplicación de Ley antichatarra, se cerrarían 17 cafeterías y se perderían más de 80 empleos

Por cada facultad de la unidad norte hay una cafetería cada una con al menos cuatro empleados además de varios oxxos.

Por: Roberto Ortiz

La Universidad Autónoma de Coahuila analiza la implementación de la ley que restringe la venta de comida chatarra en instituciones educativas. Aunque la intención es fomentar una alimentación sana, la medida podría implicar el cierre de 17 cafeterías y varios Oxxos dentro de la Unidad Norte, afectando a decenas de trabajadores.

Luis Carlos Talamantes, coordinador de la Unidad Norte, reconoció que el tema ha causado incertidumbre entre locatarios y empleados, quienes temen perder sus fuentes de ingreso. “Desde que se dio a conocer esta iniciativa, se han acercado a nosotros los encargados de las cafeterías y de los Oxxos preocupados por su futuro”, afirmó.

Cada cafetería, en promedio, emplea a cuatro personas, lo que podría traducirse en más de 60 empleos afectados si se eliminan por completo estos establecimientos. “Hay muchas aristas que estudiar. No es solo quitar los productos, es cerrar espacios, despedir gente. Y eso duele”, expresó el coordinador.

Talamantes dijo estar de acuerdo con la intención del gobierno federal de fomentar una alimentación saludable, pero señaló que la realidad universitaria es distinta a la de escuelas básicas. “Nuestros alumnos ya son adultos, tienen la capacidad de decidir qué consumir. No es como en primaria, donde los niños comen lo que se les pone enfrente”.

Aunque la medida aún no es obligatoria en nivel universitario, la UAdeC se prepara para responder cuando se emita la instrucción oficial. “Necesitamos una directriz clara por parte de rectoría. No podemos actuar sin una base legal”, explicó el funcionario. Mientras tanto, la incertidumbre persiste en los pasillos universitarios.

En algunas facultades ya se han abierto espacios de diálogo con estudiantes para conocer su opinión. Muchos cuestionan si la eliminación de productos será realmente efectiva o solo un gesto simbólico. “Algunos alumnos nos dicen: ‘Yo puedo salir y comprar afuera lo que aquí me prohíben’. Y tienen razón”, admitió.

Talamantes también subrayó que el problema de la obesidad no se resuelve únicamente con prohibiciones, sino con una cultura de salud que debe nacer desde el hogar. “Los padres deben empezar a inculcar buenos hábitos. No sirve que aquí quitemos los refrescos si en casa los consumen como agua”.

Estudios internos en la UAdeC muestran que existe un problema de sobrepeso entre los estudiantes, aunque no en niveles alarmantes. “En los exámenes de ingreso lo detectamos. Algunos jóvenes nos preguntan cómo pueden mejorar, y ahí es donde entra la labor de la Escuela de Psicología y otras facultades”.

La universidad ha implementado programas de orientación alimenticia en algunas escuelas, pero el seguimiento sigue siendo limitado. “Nos falta continuidad. Es una labor que debería ser integral, no solo un golpe mediático. Si no viene desde casa, todo esto se queda a medias”, lamentó Talamantes.

La duda más profunda permanece en el aire: ¿Qué pesa más, la salud pública o los empleos de quienes dependen de la venta de estos productos? Por ahora, la UAdeC sigue en pausa, esperando una decisión oficial, mientras estudiantes, locatarios y trabajadores observan con ansiedad el rumbo que tomará la universidad.

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