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Llaman a dejar las redes y volver a la presencia: mensaje del sexto domingo de Pascua en Monclova

Durante la celebración del sexto domingo de Pascua en la parroquia Santiago Apóstol, el padre Juan Francisco González Escalante pidió a los fieles vivir con más presencia y menos virtualidad. “El amigo necesita la presencia del amigo”, dijo, exhortando a reducir el uso de redes sociales y priorizar el encuentro humano.

En un templo lleno de familias, adultos mayores y jóvenes, el sacerdote destacó que el tiempo de Pascua es el tiempo de la vida, de la luz y de la alegría. Sin embargo, advirtió que todo eso pierde sentido si no se vive de manera real, con relaciones auténticas y rostros cercanos.

“En ocasiones las redes nos acercan a los que están lejos, pero nos alejan de los que tenemos cerca”, expresó. Por eso, invitó a permanecer en el amor de Cristo a través de la presencia física, el contacto directo y la oración comunitaria. “Dios nos quiere aquí, en su casa”, señaló.

Agregó que el cristiano no puede ser espectador digital de la fe. “Venimos al templo porque creemos que Dios está en el cielo, en la tierra y también aquí con nosotros”, explicó. Jesús, recordó, prometió hacer su morada en quienes escuchan y cumplen su palabra, y eso transforma la vida.

El mensaje fue directo: el amor no se sostiene solo en mensajes o publicaciones. Requiere escucha, gestos, convivencia. “Permanecer en el amor no es solo tener sentimientos hacia Dios, sino vivir con obediencia confiada”, dijo el padre Juan Francisco, recordando que en lo pequeño también habita el Señor.

Habló de la necesidad urgente de ser templos vivos del Espíritu Santo. Desde el bautismo, dijo, somos morada de Dios. Por eso, debemos respetar nuestro cuerpo y el de los demás. Cuando se vive en presencia, con conciencia, todo lo que somos —casa, familia, trabajo— puede ser habitado por Dios.

Ante la violencia y el mal que afectan a la ciudad, el sacerdote aclaró que no es que Dios se haya ido. Es que muchas veces las personas viven lejos de Él, distraídas por lo digital, ausentes del prójimo. “Por eso venimos al templo, a llenarnos de su amor”, expresó.

Jesús deja una paz que no depende de acuerdos externos, sino de un alma reconciliada. El sacerdote recordó que esa paz brota de una buena conciencia, del encuentro con Dios. No se puede sustituir por pantallas. “Una conciencia tranquila —dijo— es mejor que mil comentarios o likes”.

También llamó a servir desde el Espíritu. Con la cercanía de Pentecostés, pidió recordar la valentía que da el Espíritu Santo para discernir entre el bien y el mal. Las decisiones deben tomarse con responsabilidad, no desde la evasión o la comodidad de lo virtual, sino con compromiso real.

Como la Iglesia primitiva, debemos aprender a resolver conflictos desde el diálogo guiado por Dios. “El Espíritu Santo y nosotros hemos decidido”, citó. La comunidad no crece desde la imposición, sino desde el encuentro, la escucha y la oración. “La fe no se comparte con emojis, sino con presencia”, subrayó.

Finalmente, el sacerdote invitó a construir la ciudad como un templo. Recordó el Apocalipsis y la visión de una Jerusalén sin templos físicos porque Dios mismo la habita. “No hay que esperar al cielo para vivir así”, concluyó. “La Eucaristía es el cielo en la tierra… y se vive aquí”.

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