“Aquí nos quedamos”: Solo 100 familias resisten en el Mineral de Hércules, donde ya ni comida hay
Mineral de Hércules, Coahuila.– Las calles vacías, los hogares cerrados y una sensación de abandono que cala hasta los huesos. Así se vive hoy en el Mineral de Hércules, una comunidad minera que se desmorona a la vista de todos… y sin que casi nadie voltee a mirar. Apenas 100 familias siguen resistiendo en este rincón de Coahuila, donde ya ni comida básica puede conseguirse.
“Ya se cerró hasta Bodega Aurrera. Eso lo dice todo”, expresa con angustia Aida Mata, encargada de programas del Bienestar la regi{on desierto. Su voz no es solo de funcionaria, sino de testigo directo de una tragedia silenciosa. Lo que antes fue una comunidad activa, hoy parece un pueblo fantasma, con casas solas, calles desiertas y una economía paralizada.
No hay tiendas, no hay comida… no hay salida
La situación es tan crítica que ni siquiera hay carne, leche ni aceite disponibles. Solo queda una miscelánea mal surtida, y lo demás es sobrevivir “como se pueda”. Por eso, desde la dependencia federal, ya se comenzó un censo casa por casa con la esperanza de que el Gobierno de México apruebe un programa especial de ayuda alimentaria. Aunque sea una despensa mensual, con lo básico.



“Estamos pidiendo que aunque sea eso, una despensa, les llegue a estas familias. La mayoría ya no puede salir, muchos ni tienen a dónde ir”, explica Aida, mientras describe el perfil de quienes aún habitan Hércules: adultos mayores, personas con discapacidad y familias que no tienen opciones.
La vida que quedó atrás
El cierre de negocios ha sido devastador. Sin empleos ni ingresos fijos, algunos sobreviven gracias a lo que les mandan sus hijos desde Chihuahua, pero no todos tienen ese privilegio. Las escuelas apenas tienen entre 10 y 15 alumnos, y la clínica local opera por lapsos, dejando a los enfermos a su suerte.
El plan, por ahora, es formar brigadas médicas y sociales que recorran casa por casa, para atender especialmente a quienes más lo necesitan. Aida Mata lo deja claro: “No podemos esperar a que las cosas empeoren. Ya están mal. Esto es una emergencia”.
“Parece Chernobyl”
Así describe Aida el ambiente en el pueblo: oscuridad en ciertos horarios, calles solitarias, miedo. “Las casas están vacías, muchas ya con puertas abiertas por el viento. Parece un Chernobyl mexicano”, lamenta.
Y sin embargo, aún hay quienes se niegan a irse. Es el caso de una pareja mayor con tres hijos con distintas discapacidades. Sobreviven con lo que les deja su pequeña vulcanizadora. “Nos dijeron: ‘Aquí nos quedamos’. Y lo entendemos. Es su patrimonio. ¿A dónde más van a ir?”, comparte Aida conmovida.
Un grito desde el olvido
Desde su trinchera en el área de Bienestar, Aida Mata no baja la voz: está decidida a llevar la situación de Hércules hasta Palacio Nacional. Quiere que el Gobierno Federal atienda el caso como lo que es: una emergencia social.
“No queremos que este pueblo desaparezca sin que nadie lo haya volteado a ver. No es justo. La gente que queda aquí entregó su vida a esta tierra”, afirma.
Y aunque muchas familias ya se han ido, las que permanecen lo hacen por arraigo, por necesidad o por amor a un lugar que aún consideran suyo. No es que no quieran irse. Es que no tienen a dónde ni con qué.
El mensaje es claro: el Mineral de Hércules no está muerto, pero sobrevive gracias a la resistencia de los olvidados. Es ahora o nunca. O se lleva la ayuda… o se condena al olvido a quienes aún se aferran con dignidad a su último pedazo de tierra.